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Tras un año y pico de pandemia, es innegable que todos, en mayor o en menor medida, nos hemos visto afectados a nivel emocional y psicológico. El estar un año y medio sometidos a tantas restricciones, incertidumbre, pérdidas, duelos nos pasará factura. Aunque ésta dependerá de nuestras vivencias personales. La fatiga pandémica es un fenómeno psicológica que nos puede afectar  de distintas maneras, llevándonos a tener comportamientos nada recomendables en este momento. El no querer seguir cumpliendo las normas impuestas tiene su por qué. Veamos qué es y cómo nos afecta la fatiga pandémica.

Pero, ¿qué es eso de la fatiga pandémica?

En palabras de la OMS, la fatiga pandémica es “la desmotivación para seguir las conductas recomendadas de protección, esta desmotivación aparece de forma gradual en el tiempo y se relaciona con diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Dicho con otras palabras, la fatiga pandémica es la sensación de cansancio, hastío y agotamiento mental, que nos lleva a no querer seguir con las normas recomendadas por los diferentes organismos sanitarios.

Esto se deriva de la multitud de cambios que hemos vivido durante el último año. Nos han ido aplicando una serie de medidas restrictivas que no habíamos vivido antes y que además han cambiado continuamente. Medidas como no poder hacer reuniones en casas, con no convivientes, número de personas limitadas. No poder haber celebrado cumpleaños como hubiéramos querido, o las ansiadas bodas y comuniones. No poder viajar, a veces incluso el no poder salir de tu ciudad o tu zona sanitaria porque estaban confinados. El tener que llevar la mascarilla, y el saludar a tus seres queridos con el codo en vez de darles un abrazo. Tener que estar meses sin que los abuelos se reencuentren con sus nietos por precaución. La sensación de que no puedes planificar lo que harás el mes siguiente porque puede surgir cualquier imprevisto o cambio en la normativa que haga que tus planes no se realicen. Nuestra vida ha cambiado por completo. Cuando parece que todo va a acabar con la ansiada vacuna, parece que no habrá suficientes dosis. Que las vacunaciones van lentas, luego que los medios nos alertan de que no es del todo segura, luego que sí… Todo esto hace que nuestro hastío aumente y que nos veamos inmersos en un sentimiento de desazón. Un continuo flujo de malas noticias y confusión, que nos hacen desear con inquietud que llegue el final de la pandemia al que aún no vemos fin.

 

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Síntomas de la fatiga pandémica

La fatiga pandémica engloba una sintomatología inespecífica. Está relacionada con las reacciones psicológicas que sufrimos las personas a nivel cognitivo, emocional y conductual, por la situación derivada de la pandemia, y el cambio que ha supuesto en nuestra rutina habitual.

La sintomatología que se puede desarrollar puede estar relacionada con: bajo estado de ánimo, depresión, anhedonía, falta de motivación o apatía. Sentimientos de desesperanza y pensamientos sobre que esta situación no va a cambiar nunca. Lo que nos provoca emociones persistentes como tristeza, ansiedad, angustia, falta de concentración… Todo ello nos puede llevar a tener conductas disfuncionales como el abuso de tecnologías, uso de sustancias tóxicas o psicofármacos, o patrones alterados de sueño. Otro síntoma es el aumento de la irascibilidad, que puede dar paso a comportamiento mucho más agresivos de lo habitual, como estamos viendo últimamente en las noticias. Obsesión con el tema del coronavirus y las medidas a seguir. O en el otro extremo, aquellas personas que utilizan como mecanismo de defensa la negación. Niegan que la enfermedad sea tan grave o incluso negando que exista, y por tanto tienen comportamientos irresponsables en consonancia con sus creencias.

¿Por qué la sufrimos?

Hay 3 razones principales.

  1. El estrés

La fatiga pandémica es una respuesta normal del organismo ante una situación de estrés continuado. Al principio de una situación estresante, en nuestro caso, al principio de la pandemia, cuando nos tuvimos que confinar en casa, contábamos con nuestros mecanismos naturales de adaptación al estrés funcionando al 100%. Todos sufrimos algún tipo de ajuste o alteración a nivel psicológico, fisiológico, etc que tenía la función de ayudarnos a enfrentarnos a la situación estresante: un virus desconocido que está contagiando a la población exponencialmente está saturando los recursos asistenciales con enfermos muy graves. La siguiente fase supone la adaptación de la persona a la situación de estrés, de manera que le haga el menor daño posible, desarrollando un mayor repertorio de respuestas a nivel fisiológico, cognitivo, emocional y conductual. Pero, cuando las situaciones de extremo estrés se prolongan en el tiempo, y añadimos el factor de incertidumbre de que no sabemos cuándo acabará todo, es difícil mantener estos mecanismos. En esta fase de agotamiento los trastornos fisiológicos, psicológicos o psicosociales que antes eran adaptativos a la situación, comienzan a ser disfuncionales y pueden llegar a cronificarse. Esta es la fase en la que se encuentran muchas personas un año y medio después de iniciarse la pandemia. 

Este proceso de estrés es distinto para cada persona, lo que confiere a cada una de ellas una vulnerabilidad distinta ante las situaciones estresantes en función del perfil psicológico personal, historia de aprendizaje, acontecimientos vitales, resiliencia, apoyo social, etc.

2. Habituación

La exposición repetida al estrés generado por el coronavirus y la situación derivada genera un efecto de habituación. La habituación es el proceso por el que las personas ante un estímulo repetido (como es una situación estresante continuado) tendemos a tener una respuesta cada vez menos intensa, este es un proceso evolutivo para las personas por el que dejamos de prestar tanta atención a estímulos que ya nos son irrelevantes. Esto hace que como las personas estamos ya cansadas, bajemos la guardia y dejemos de estar tan alerta a la posibilidad de contagio, lo que desencadena que no se sigan cumpliendo las medidas de protección, así como el pensamiento de “si en un año no he contagiado, no me voy a contagiar ahora”. También nos hemos “habituado” tanto a escuchar el número de muertos que hay de coronavirus que ya no surten el mismo efecto que al comienzo de la pandemia.

3. Indefensión aprendida

La indefensión aprendida hace referencia a la actitud pasiva que tiene una persona cuando desarrolla la creencia de ser incapaz de hacer frente a los acontecimientos traumáticos que se están viviendo. Una respuesta de pasividad y miedo ante la creencia de que no puede superar esta situación. La persona piensa que lo que le ocurre es algo que no puede controlar, y decide, poco a poco, no hacer nada. Esto hace que la persona se sienta un agente pasivo ante una situación que le genera malestar y que cree que no puede cambiar.

Sin embargo, aunque la covid está haciendo que no podamos llevar a cabo nuestras actividades gratificantes como en la antigua normalidad, sí que seguimos teniendo margen para tomar decisiones y hacer actividades que nos gusten dentro del círculo que depende de nosotros. Aún así, cuando la indefensión aprendida se junta con una baja frecuencia de actividades agradables, todo ello conduce a emociones de tristeza y depresión.

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¿Cómo puedo sobrellevar mejor la fatiga pandémica?

  1. Presta atención a cómo te encuentras emocionalmente. ¿Cómo te sientes con la situación de la pandemia? ¿Qué emociones desagradables estás sintiendo? ¿Ocupas la mayor parte de tu tiempo en pensar en la situación actual? ¿Te has sentido identificado con partes del artículo? Los cambios de humor y las emociones desagradables son parte de nuestra naturaleza. No se trata de reprimirlos, sino de aprender a aceptarlos y gestionarlos para que no afecten a nuestra vida personal. 
  2. Aprender a manejar tus pensamientos. Ante los pensamientos que nos hacen sentirnos nerviosos e intranquilos, nos tenemos que preguntar si realmente son ciertos y tratar de verlos como lo que son: pensamientos y no como una realidad irrefutable. “Que yo piense que el coronavirus no va a acabar nunca no significa que esa sea la realidad. Es un pensamiento que me ha venido porque estoy agotada, voy a dejarlo ir…”
  3. Limita el tiempo que dedicar a actividades relacionadas con la covid-19. Por ejemplo, ver noticias, documentales, informarte de cómo está la situación actual o que sea el tema central de conversación. Estar informado es importante, pero la sobreinformación y que la covid sea un monotema es peligroso para nuestra salud mental. Todo ello aumenta el desgaste psicológico y la angustia.  
  4. Practica diariamente técnicas de relajación y respiración.
  5. Practica actividades agradables y de ocio al aire libre. Realizar actividades que nos gustan, aunque ahora no sean igual que antes. Nos puede ayudar a sentirnos bien. Además las podemos hacer con familiares o amigos siguiendo las medidas de seguridad.
  6. Dedica tiempo a tus hobbies y actividades que te hagan sentir bien. Sin necesidad de estar con más gente o salir de casa, en caso de que estés confinado. Por ejemplo, lee, cocina, pinta, escucha música, escribe …
  7. Mantén tus relaciones sociales. Cumpliendo con todas las medidas de seguridad, sí se puede hacer vida social, y además es recomendable. Y si no es posible de manera presencial, seguid manteniendo el contacto de manera online o telefónica.
  8. Realiza hábitos saludables de alimentación y ejercicio. Es una parte que influye también en nuestro estado de ánimo. Y evita aquellos hábitos poco saludables como fumar o beber alcohol.

Conclusión

La fatiga pandémica no nos afecta a todos por igual, dependerá también de nuestras vivencias personales y qué ha supuesto para nosotros la crisis de la covid-19. La fatiga pandémica se acentúa cuando no tenemos estrategias emocionales de afrontamiento adecuada. Si te sientes identificado con el artículo trata de seguir las pautas y recomendaciones para sobrellevar la fatiga pandémica. También puedes acudir a un profesional de la psicología que te ayude con más estrategias a gestionar tu manera de afrontar esta situación vital estresante. En ese sentido, el equipo de psicólogos de Consulta Despertares en cualquiera de sus 7 centros en la Comunidad de Madrid, te puede ayudar a sobrellevar mejor esta situación.

Jessica Moraleda, psicóloga en Consulta Despertares Leganés y Móstoles

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