Y ya está aquí. Inexorablemente. Ya llegó septiembre. Ya llegó el momento de regresar de nuestras vacaciones y de retomar nuestras rutinas. Madrugones, atascos, aguantar al jefe, los estudios… ¿Os suena, verdad? Para mucha gente, esto puede ser bastante traumático, (lo que se viene llamando síndrome postvacacional) aunque a su vez, para otras es un recomienzo, una hoja nueva, en blanco, y que está por escribir. Pero, ¿qué podemos hacer para ver el final de las vacaciones como un momento de nuevas oportunidades? ¿Cómo lo convertimos en algo positivo? Aquí os dejamos algunos consejos con la intención de que os ayuden a encarar mejor esta “cuesta”, la de septiembre.
1. No apures hasta el último momento el regreso. Podemos pensar que ya que comenzamos el lunes a trabajar, aprovechemos, y volvamos el domingo de madrugada. Bueno, es un planteamiento comprensible, pero tiene sus inconvenientes. De entrada, lo habitual, cuando uno vuelve de viaje es que llegue cansado, o de conducir, o de ir en avión, o el tren, da igual. Si encima llegamos a casa a las mil, lo más seguro es que nuestras horas de descanso vayan a ser muy pocas, con la consiguiente consecuencia de estar “derruidos” al día siguiente. Esto nos puede hacer estar más irascibles, y con ciertas dificultades para concentrarnos en las tareas que nos toquen desempeñar al día siguiente. Lo más recomendable es volver unos días antes para así tranquilamente poder organizarnos y adaptarnos de nuevo a nuestro “hábitat”. Y esto nos lleva al punto 2.
2. Descansa. A colación del punto uno, lo recomendable es estar lo más descansado para nuestro primer día de obligaciones. Duerme, descansa, relájate. Incluso date un tiempo y organiza tus recuerdos de verano. Es agradable volver a saborear los bonitos momentos vividos. Pero, ¡cuidado con el exceso de nostalgia!
3. Organízate. Sí. Planifica lo que vas a hacer, o lo que deseas lograr. Pero ya no solo el primero día de reincorporación. Hay un ejercicio que me gustaría recomendaros, y que a mí personalmente me ha ayudado mucho, que es la “hoja de mis objetivos”. Es muy sencillo de hacer, y además, te permite ver a posteriori qué objetivos has logrado, y cuáles no. Hay un hecho, y es que es mucho más fácil conseguir metas si lo plasmas y trazas un plan, que si no. Os pongo un ejemplo, aunque sea un tópico, y cada uno tendrá sus propios objetivos, o no…
“Quiero mejorar mi empleabilidad/mejora laboral. ¿Cómo lo puedo conseguir? ¿Qué necesitaría hacer? (¿me lo invento, vale?)
1. Curso de idiomas, mi inglés es
muy malo.
2. Curso de Excel. Me abriría la
puerta a otros puestos/departamento.
3. Curso de contabilidad. Me
ayudaría a nivel personal/curricular.
4. Mejorar la presentación de mi
currículum. El actual está obsoleto y le faltan datos relevantes.
5. Darme visibilidad. Hablar con
“fulanito” para que me tenga en cuenta si surge una vacante. Darme de alta en
la web “currafácil”.
Se me ocurren decenas de cosas.
Esto, a aplicar a tus circunstancias personales, claro. Puede ser una excelente
ayuda y una guía que te permitirá planificarte. Os invito a probarlo
4. ¡Cabeza alta! No descubro el agua caliente si os digo que la actitud es un 70% de todo en la vida. Vuelves de un descanso, has cargado las pilas, has disfrutado. ¡Alégrate por ello! (Sabemos que no todo el mundo se ha podido ir, y que cada caso es distinto) Si no te has ido, enfoca el comienzo de la nueva temporada como un reseteo, un recomienzo que sea la situación que sea, se va a encarar mejor con un espíritu positivo y optimista.
5. Retoma tus hobbies/aficiones. Queda con los amigos para tomar un refrigerio y compartir vuestras experiencias veraniegas. Si hacías deporte, retómalo. Y si no hacías anteriormente, quizás sea un buen momento para comenzar. Procura ver las cosas buenas que te aporta volver a tu casa o a tu entorno. (Yo por ejemplo echaba de menos mi sofá y mi Netflix 🙂 )
Bueno, espero que estos pequeños consejos os ayuden a ver la ventana de oportunidad que se abre ante vosotros con el comienzo de la temporada, y que no os dejéis atrapar por el síndrome postvacacional. Y recordad, las tres claves son: ¡descanso, planificación y buena actitud!
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