Llevamos ya varios años de relación de pareja, hemos vivido muchos acontecimientos, unos buenos y otros no tanto. Hemos hecho planes, unos se han llevado a cabo y otros no.
Nos sentimos mal y nos hacemos la pregunta, ¿Quiero realmente seguir con esta persona?
A lo largo de una relación de pareja se atraviesan varias fases. La primeras más intensas pues nos estamos conociendo y ajustando el uno al otro. Después más tranquilas y sosegadas ya que nos sentimos aceptados, cómodos y por tanto nos relajamos.
Un “exceso de relajación” en pareja nos puede llevar, al cabo del tiempo a plantearnos la cuestión de si realmente quiero seguir con esta persona.
Por “exceso de relajación” entendemos no dotar a la relación de ingredientes que la hagan seguir viva. Ingredientes tales como trabajar para tener vivencias positivas, en el sentido amplio de la expresión. Una experiencia positiva se puede crea tanto haciendo un viaje maravilloso como saliendo a pasear cerca de donde uno vive. Es decir, somos nosotros lo que con nuestra actitud hacemos que una experiencia sea más o menos positiva.
Otro ingrediente importante para alimentar nuestra relación de pareja es trabajar los roces de carácter o diferencias importantes. Estos aspectos que en un principio apodemos aceptar pero con el tiempo pueden ser una de las causas de la ruptura.
Estos ingredientes son los que permiten que la relación de pareja se construya, se afiance y se haga sólida. En muchas relaciones, la pareja se está construyendo hasta la llegada de los hijos. Es decir nos conocemos, luchamos por nuestra estabilidad económica, nos vamos a vivir juntos y tenemos hijos…¿Qué pasa a partir de aquí? En muchos casos, la atención pasa de estar centrada en la pareja a centrarse en los hijos, y ambos miembros de la pareja cambian en su forma de relacionarse. Se pasa de relacionarse como pareja a relacionarse como los padres de su hijo… Y se produce una desatención de aspectos fundamentales de la relación de pareja, como es la intimidad.
¿Por qué he elegido a esta persona?
Otra circunstancia bastante habitual es la de parejas con relaciones de noviazgo más menos largas, alguno de los miembros de la pareja no han encontrado en el otro lo que desean. Pero que están juntas por “criterios objetivos”, como “me trata bien”, “es buena persona”, “es lo mejor para mí». Lo que hay detrás de estas parejas es más individual que de pareja.
Los motivos por los que una persona está en pareja con otra son privados pero siempre han de estar en consonancia con nuestros valores y deseos.Si nos sentimos mal al lado de nuestra pareja, es que hay alguna incoherencia entre nuestras decisiones y lo que realmente pensamos. Eso es algo que debemos trabajar inicialmente de forma individual y después si es necesario en pareja.
Si nos hemos sentido identificados en alguno de estos supuestos es que tenemos temas importantes pendientes, que necesitamos trabajar. La terapia de pareja es indicada y muy útil para dinamizar relaciones, resolver conflictos o mejorar la comunicación. En tanto que la terapia individual nos irá mejor si las dudas tiene un origen más basado en cómo se siente uno en este momento de su vida de forma más amplia abarcando a la pareja así como a otros aspectos importantes.